Un poco de felicidad - La ética aristotélica (filosofía)

    La filosofía griega es reconocida como uno de los grandes cimientos del conocimiento. Las preguntas y reflexiones hechas por los diversos filósofos han creado escuela en, prácticamente, todas las áreas de la vida del ser humano. Las ciencias, las matemáticas, la retórica, la ética y el comportamiento social y la metafísica han sido los grandes beneficiados por los aportes de los pensadores de la Grecia clásica. 

    Entre ellos destaca Aristóteles, uno de los más reconocidos y prolíficos autores de la filosofía griega. Alumno en La Academia de Platón y maestro del propio Alejandro Magno, los pensamientos y reflexiones de Aristóteles han influenciado en la cultura occidental de manera determinante. En esta oportunidad, analicemos la noción de felicidad propuesta por el pensador griego como parte de sus reflexiones sobre la ética.

Aristóteles - algunas reflexiones sobre la felicidad

Busto de Aristóteles [1]

    Aristóteles desarrolló diversos tratados y ensayos de diversas disciplinas, pero centró sus reflexiones hacia el desarrollo de conceptos inherentes al pensamiento, el alma, y la vida en comunidad.

    Entre estas reflexiones se encuentra en sus diferentes obras: la Ética Nicomaquea,  la Ética Eudemia y la Política, que constituyen un profundo análisis acerca de la vida en comunidad y el correcto obrar de los hombres. En ambas Éticas, el tópico central es la felicidad, su definición y manera de alcanzarla.

    La Ética Nicomaquea comienza señalando que: 

“Todo arte y toda investigación e, igualmente, toda acción y libre elección parecen tender a algún bien; por esto se ha manifestado, con razón, que el bien es aquello hacia lo que todas las cosas tienden.” (Aristóteles 1998:131).

    Por lo tanto, el bien es preponderante para entender la felicidad y será clave para definirla.  Asimismo, Aristóteles coloca a la virtud como una cualidad esencial para los hombres, sus acciones y que las mismas tiendan al bien.

    La naturaleza de la felicidad es uno de los cuestionamientos que Aristóteles se hace para definirla. Mientras el filósofo plantea cuál es la meta de la política comienza a enumerar opiniones sobre lo que se entiende por felicidad: 

“Sobre su nombre, casi todo el mundo está de acuerdo, pues tanto el vulgo como los cultos dicen que es la felicidad, y piensan que vivir bien y obrar bien es lo mismo que ser feliz. Pero sobre lo que es la felicidad discuten y no lo explican del mismo modo el vulgo y los sabios. Pues unos creen que es alguna de las cosas tangibles y manifiestas como el placer, o la riqueza, o los honores; otros, otra cosa; muchas veces, incluso, una misma persona opina cosas distintas: si está enferma, piensa que la felicidad es la salud; si es pobre, la riqueza […]” (Aristóteles 1998:135).  

    Aristóteles afirma que es inútil seguir enlistando todas las opiniones y que se debería partir de una idea general. Por lo tanto, no se puede construir una idea absoluta de felicidad partiendo de opiniones particulares, pues no solo son cambiantes con el tiempo, sino que, si no se tiene conciencia de las acciones virtuosas solo se obtendrán concepciones herradas sobre un postulado de la felicidad. Por esto, "para ser capaz de ser un competente discípulo de las cosas buenas y justas y, en suma, de la política, es menester que haya sido bien conducido por sus costumbres.” (Aristóteles 1998:135). La idea de la costumbre se vuelve central más adelante. De hecho, las virtudes éticas. La misma palabra ‘ética’, etimológicamente, se relaciona con la costumbre como práctica constante o ejercicio diario.

    Cuando Aristóteles menciona los modos de vida (voluptuosa –dónde prima el placer-, política –la búsqueda del bien de los ciudadanos- y contemplativa –dedicada a la inteligencia y la reflexión-), apunta que la vida política tiene como fin superficial el honor, pero este no puede ser considerado como un fin último por una serie de defectos en el mismo, principalmente que los honores se enfocan en quienes los dan y no en el honrado. Asimismo, menciona que:

 “[...] puede suceder que el que posee la virtud esté dormido o inactivo durante toda su vida, y, además, padezca grandes males y los mayores infortunios; y nadie juzgará feliz al que viva así.” (Aristóteles 1998:137). 

    No obstante, más adelante Aristóteles declara que: 

“Nosotros creemos que el hombre verdaderamente bueno y prudente soporta dignamente todas las vicisitudes de la fortuna y actúa siempre de la mejor manera posible […] el hombre feliz jamás será desgraciado, pero tampoco venturoso si cae en los males […] Pero no será tornadizo pues no se apartará fácilmente de la felicidad, ni por ni por los infortunios que sobrevengan, a no ser grandes y muchos, después de los cuales no volverá a ser feliz en breve tiempo[…]” (Aristóteles 1998:153).

    En este punto, la felicidad ya ha sido definida por Aristóteles y trata de argumentar qué hombre debe ser declarado ‘feliz’ (el hombre muerto, el hombre venturoso, el hombre honrado, etc.).

    Si contrastamos, para Aristóteles, el hombre que padece infortunios puede ser considerado como ‘feliz’ aunque desde el modo de vida propuesto por la política no lo sería. Por lo tanto, podemos considerar que Aristóteles cuestionaba ciertas cosas de la vida política como es el caso del honor recibido por los otros y la exclusión de aquel que se ve afectado por la fortuna (elemento que no depende de sí mismo).

    Aristóteles define la felicidad como el bien supremo y el fin último. Para eso primero debe refutar la idea platónica del Bien entendido como una unidad. Sin embargo, Aristóteles asume que la idea de Bien no puede ser entendida como una única entidad y las agrupa en categorías: bienes externos, bienes del cuerpo y los bienes del alma.

    La felicidad sería el máximo bien del alma y a lo que tienden todos los demás bienes. Pero para esto se debe “vivir bien y obrar bien” haciendo uso de la virtud. La felicidad es un fin en sí mismo y no se obtiene para alcanzar otro fin. La autosuficiencia es un bien que da felicidad, pero no se puede dar en aislamiento sino en comunidad, puesto que el hombre es un ‘animal político’. Asimismo, Aristóteles sostiene que se debe poseer bienes externos como la riqueza para alcanzar la felicidad, pero no son centrales. 

    La virtud, una nueva noción de areté (concepto visto en otras entradas) constituye un elemento central para alcanzar la felicidad. Sin embargo, Aristóteles sostiene que ser virtuoso es una tarea difícil y que debe practicarse de manera cotidiana. La virtud sostiene una lucha constante contra los vicios y los extremos. De esta noción, Aristóteles plantea lo que llama “justo medio”: el virtuoso obrará de manera equilibrada entre los extremos, y se manejará de manera prudente (otro de los bienes del alma). 

Como ejemplo tenemos la valentía: el exceso degenera en conductas temerarias y la ausencia total en cobardía, ambos considerados vicios por el filósofo.

Aristotelis De Moribus ad Nicomachum.jpg
Primera página de la edición de 1566 de la Ética nicomaquea en griego y latín. [2]

    En resumidas cuentas, para obtener la felicidad (según Aristóteles) se debe obrar bien, de manera virtuosa mediante el justo medio, en comunidad (por eso su importancia para la política) y atento a la familia o allegados, poseyendo ciertos bienes externos como riqueza, siendo autosuficientes y accionando de manera voluntaria a la hora de realizar una actividad que lleve a un fin mediante la razón

    Esta actividad debe ser cultivada a diario, eso se conoce como ‘virtud ética o de la costumbre’. Para Aristóteles existen dos tipos de virtud, una es la mencionada anteriormente y la otra es llamada “virtud dianoética” que tiene más relación con la parte racional del alma (para Aristóteles el alma se divide en tres partes: vegetativa, sensitiva e intelectiva) y se cultiva mediante la enseñanza y el ejercicio intelectual.

Según la ética aristotélica, el equilibrio entre los vicios es fundamental
para alcanzar la felicidad


Una pequeña reflexión final

¿Reflexión profunda?

    Es evidente la influencia que tuvo la visión aristotélica de la ética y la felicidad para la conformación del mundo occidental actual, en conjunto con la moral cristiana en una suerte de construcción entre ambas. Hay que tener presente el concepto de virtud ética como una construcción que se hace día a día. Sin embargo, puede parecer algo obsoleta la visión sobre la felicidad con respecto a la visión actual, que tiende a ser efímera y ligada a los bienes externos.

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Fuentes:

Aristóteles (1998) Ética Nicomaquea y Ética Eudemia. Editorial Gredos. Madrid, España.

MacIntyre, A. (1991) Historia de la Ética. Ed. Paidós. Barcelona, España.

Notas:

[1] Imágenes extraídas de Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993-2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

[2] Dominio público, Enlace


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